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Martes 8 de Octubre 2024
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Esta miniatura inglesa del siglo XII representa el regreso de san Cutberto († 687) y dos hermanos monjes de la tierra de los pictos, donde estaban en misión. Habiendo resistido a los romanos, los pictos mantuvieron hasta el siglo X un poderoso reino que representaba buena parte de la actual Escocia, un reino en el que el cristianismo no había logrado implantarse hasta que san Cutberto lo evangelizó. Existe una verdadera leyenda dorada sobre la misión de san Cutberto con los pictos. Al igual que de los misioneros más santos, con razón se decía de él que cumplió la profecía del Señor: «Haréis las mismas obras que yo, y aun mayores» (cf. Jn 14,12). Luego fue creado obispo del reino de Lot, al suroeste de Escocia. En la leyenda artúrica, Lot era el esposo de la hermana de Arturo, Morgause, y el padre de Sir Gawain, Gareth y Mordred.
Aquí, el mar, con su inmenso oleaje, es el lugar donde perecen los egipcios, así como los cerdos poseídos por demonios. Es la representación del universo pervertido por el pecado original, puesto bajo el dominio de Satanás, Príncipe de este mundo. Pero también es el lugar que Jesús recorre sin hundirse en él, el lugar donde fluctúa la nave de la Iglesia (fluctuat nec mergitur). Esta nave es representada en su peregrinación primordial: la misión.
El fondo rojo del cielo está hecho de óxido de plomo, el minio que dio nombre a las miniaturas. El cielo de ascuas representa el fuego del infierno al que estaban destinadas las almas pictas antes de su paso de las aguas del abismo a las aguas del bautismo. El fondo está aquí sembrado de flores de lis: con su corola abierta hacia arriba, simbolizan las almas abiertas a la recepción de la gracia de la salvación. De ahora en adelante, estas almas, al incorporarse a la Iglesia, serán partícipes de la caridad de Cristo, y así escaparán de la condenación a la que estaban abocadas. En la comunión de los santos, se convertirán en miembros activos del reino de Cristo, aquí representado por un luminoso fondo dorado, que se extiende no exactamente hacia arriba, sino hacia la profundidad infinita de su cumplimiento celestial, el asidero terrestre de la nave de la Iglesia. Más allá de este asidero bien definido, no hay salvación: el abismo de perdición representado por el mar conduce inevitablemente al horror de la condenación representada por el fuego enrojecido del infierno. De ahí la primera y absoluta exigencia de la caridad que, para los cristianos, se encarna en la misión.
El Arca nueva y eterna surcando los mares
La misión es la esencia de lo que falta a la pasión de Cristo por parte de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1,24). Es lo que deben asumir sus discípulos hasta que él vuelva.
Sin embargo, nos adelantamos a señalar que la misión es solo lo que falta a la pasión de Cristo, a la que, en realidad, no le falta nada para la gloria de Dios y nuestra salvación. Por eso, el marco en el que se sitúa esta representación dinámica del Arca nueva y eterna –que surca los mares para rescatar a todos de la maldición de haber nacido por la gracia del renacimiento bautismal, abarcando tanto a la Iglesia como al abismo y los infiernos– es dorado como el cielo de los elegidos. Representa la infinitud de la misericordia divina que, en la persona de Jesucristo que regresa en gloria en el último día, dará la última palabra de la historia. ¿Podemos salvarnos fuera de la Iglesia? Para el hombre, es imposible. Pero para Dios, todo es posible. «La voluntad de nuestro Padre que está en los cielos –nos dice Jesús– es que no se pierda ni uno solo de sus hijos» (cf. Mt 18,14).
Y así, al regresar de la tierra de los pictos, mientras san Cutberto da gracias con las manos abiertas por la pesca milagrosa que le fue encomendada, su hermano de misión, en la proa de la Iglesia, señala con su dedo índice a todas las almas salvadas.
Pierre-Marie Dumont
[Traducido del original francés por Pablo Cervera Barranco]
• San Cutberto y dos hermanos navegando hacia la tierra de los Pictos, miniatura tomada de la Vida de san Cutberto, siglo XII, Londres, British Library. © akg-images/British Library.
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