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Miércoles 18 de Septiembre 2024
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El árbol de Jesé es una figura simbólica que apareció a finales del siglo XI en la ilustración de manuscritos miniados. Más tarde se retomó en el arte de las vidrieras e incluso en la escultura. Frente a lo que parece, no se trata del árbol genealógico de Jesús, aunque los artistas se inspiraron en la genealogía inaugural del evangelio según san Mateo, hasta el punto de que el árbol de Jesé, perdiendo su vocación primera, sirvió a menudo de frontispicio en los manuscritos del primer evangelio y, por tanto, de los evangeliarios. En cualquier caso, el árbol de Jesé sigue siendo esencialmente un mensaje que muestra el cumplimiento de las Escrituras, según la profecía de Isaías (Is 11,1-2a. 10; 12,2-4):
Pero brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor.
Aquel día, la raíz de Jesé será elevada
como enseña de los pueblos:
se volverán hacia ella las naciones
y será gloriosa su morada.
Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Aquel día diréis: «Dad gracias al Señor,
invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».
Lo mismo ocurre con la miniatura del siglo XVI que ilumina la portada de Magnificat este mes: el árbol nacido de la raíz de Jesé no conduce genealógicamente al Niño Jesús a través de José, descendiente de David y «esposo de María», como relata san Mateo (1,16), sino que, jugando con las palabras latinas virga, tronco, y Virgo, Virgen, esta imagen nos muestra que el tronco de Jesé en su apogeo produce la flor de la promesa, María, que da al mundo su fruto, Jesús.
Adoremos a este niño, rey desnudo
Antes de la Virgen con el Niño, doce reyes de Israel nacieron en el tronco de Jesé: David, en primer lugar, aunque aquí no se le reconoce por su atributo tradicional, la lira. El número doce es una pura convención: el doce es el número sublime por excelencia, porque el número y la suma de sus divisores son números perfectos. Este es el número del pueblo elegido, que consta de doce tribus. Este será el número convencional de los elegidos en Apocalipsis (12x12 = 144; 144x1000 [que significa la multitud] = 144000). Aquí, los doce reyes representan a todos aquellos que guiaron a Israel –sacerdotes, profetas y reyes– al cumplimiento del tiempo. También prefiguran a los doce apóstoles que guiarán a la Iglesia en su peregrinación sobre la tierra.
Así, igual que en la raíz del árbol el pastor Jesé atestigua que el hijo de la Virgen María es verdaderamente el buen Pastor profetizado por Isaías, los doce reyes nacidos de su savia testifican que el niño Jesús encarnará y cumplirá, más allá de toda esperanza, la vocación de la realeza de Israel, extendiéndola a todas las naciones, a todo el universo y hasta la diestra de Dios. En este sentido, el último domingo del año litúrgico celebra a Cristo, Rey del universo.
Así, pues, adoremos a este niño, un rey desnudo, despojado de todo poder humano. Y, sin embargo, impaciente por ocuparse de los asuntos de su Padre que está en los cielos y de hacer su voluntad, se arroja hacia el rey que estaba a su derecha, para tomar de sus manos el rollo (sefer) de la Torá –aquí la Ley y las Profecías– que está destinado a cumplir. Sin embargo, el rey que está a su izquierda le presenta religiosamente los atributos del Salvator Mundi: el orbe, que simboliza la creación salvada, coronado por la cruz, que dice a qué precio.
[Traducido del original francés por Pablo Cervera Barranco]
• El árbol de Jesé (Ca. 1535), atribuido a Girolamo Genga (1476-1551), Londres, National Gallery. © Heritage Images/Fine Art Images/akg-imágenes.
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