Carta a los lectores

Editorial por Pablo Cervera Barranco

Querida familia Magnificat:

Una querida suscriptora (C. D. R.) de la primera hora nos escribe hoy, 22 años después de haber seguido mes a mes en compañía de nuestro mensual:

«Cuando el 1 de enero fui a coger mi Magnificat y vi que no tenía el del nuevo año, entré en crisis. ¿Cómo iba a vivir yo esta fase de mi vida sin él? Le cogí el gusto desde ese primer Magnificat que me regalaste hace años y empecé a hacer la oración de la mañana con sus textos. Fuera donde fuera de viaje, ya fuera por trabajo o vacaciones, lo metía en la maleta o en el propio bolso para tenerlo a mano y aprovechar así aviones y trenes para rezar con él o seguir la Misa si no entendía el idioma. Además, ahí me encontraba al padre Iglesias y, al leerle, veía su sonrisilla. ¡Necesitaba el librito! Y, en este caso, con urgencia: hacía una semana que había empezado un camino largo de sesiones de quimio y necesitaba vivirlo con mi Magnificat en la mano. Gracias, porque antes del siguiente «chute» ya lo tenía en casa. Así pienso recorrer este año: con vosotros, a mi lado, sosteniéndome. Le pido al Señor que me regale vivir este proceso con paz, esperanza y fortaleza, confiando en su mano providente. ¡Gracias, amigos de Magnificat, por hacer conmigo este camino!

Magnificat nos ayuda a vivir la comunión de los santos, la vida de la Iglesia, y nuestra amiga, como tantos otros enfermos, nos pide nuestra oración.

En Jesús y María,