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Comentarios de Arte

La Virgen del Perdón
por Pierre-Marie Dumont

Asunción de la Virgen
por Damián Forment (Ca. 1480-1540)
Carta a los lectores
por Pablo Cervera Barranco
Querida familia Magnificat:
Hay acontecimientos de la vida que nunca se pueden olvidar. Es tal el impacto que producen en el espíritu que, pasados los años, se puede recordar el día y la hora en que tuvieron lugar. Ahí tenemos ese «Era como la hora décima», de san Juan (Jn 1,39), tras haberse encontrado con Jesucristo por primera vez. La memoria es uno de los regalos más grandes del Creador. San Agustín, en sus Confesiones, despliega hondas y largas reflexiones sobre este don divino.
En mi caso, eran las seis de la tarde del 14 de julio de 1982. Nunca antes había estado en Santiago de Compostela. El sol radiante de la tarde besaba la fachada de la catedral de Santiago. La visión desde la plaza del Obradoiro fue algo celestial. Habían pasado diez días de intensa peregrinación. Estaba a punto de besar al santo y de introducir mi mano (todavía se podía hacer) en el capitel de la entrada al templo compostelano. Fue mi primera experiencia jacobea. Luego vinieron otras más, no menos impactantes y recordadas. La llegada al sepulcro del Apóstol fue y es siempre una gracia. Aunque muchos intentan secularizar este peregrinaje, la gracia divina sigue actuando en los que emprenden el Camino que articuló la Europa cristiana. Por la gracia de Dios, seguirán llegando generaciones nuevas que se encontrarán con el favor de Dios al llegar al corazón de Galicia.
Nuestra oración por todos los peregrinos en este Año Santo y nuestro deseo de que, los que podáis, no dejéis de peregrinar para abrazar al Señor Santiago.
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En Jesús y María,